Emigrar solo y salir por primera vez de tu país

Emigrar solo y salir por primera vez de tu país



   “Era la primera vez que salía de Venezuela, tenía que hacerlo, la opción era llegar a Argentina, nunca bajar la guardia y dispuesto a hacer de todo”. Esas fueron las primeras palabras que René Arteaga expresó cuando relataba su historia. Con mucho dolor se despidió de su niña pequeña y su esposa y como miles de inmigrantes prefirió sacrificarlo todo para poder ofrecerle una mejor calidad de vida a su familia.
En el Parque Mujeres Argentinas

  
             Esposa e hija de René                               Con la pequeña Shantal
   Fue el 18 de marzo de 2018, cuando René Arteaga, venezolano de 42 años, emprendió vuelo hacia Argentina. Era de madrugada y al aterrizar el avión y ver las luces de cada casita en medio de aquella planicie se preguntó: ¿Qué me tiene preparado este destino? Pues el destino a René le tiene muchas cosas buenas y desde que llegó a ese país asegura no le ha ido mal, en poco tiempo encontró lo que fue su primer empleo. Trabajó en un supermercado chino, descargaba el camión de mercancía, ordenaba los anaqueles, hacía de todo, hasta que un boliviano que trabajaba en un local cercano les sugirió a los chinos del supermercado que le pidieran a René su permiso de trabajo; la precaria, como le dicen en Argentina a ese documento, pero obviamente no lo tenía porque estaba en trámite, entonces ese primer empleo solo le duró una semana.

   Pasaban los días y le pegó mucho la presión de no conseguir de inmediato empleo, veía con preocupación que las vacantes eran en su mayoría para jóvenes de 25 años con experiencia, él necesitaba producir rápido, extrañaba a su familia y quería reunir el dinero lo más pronto posible para resolver su situación. Se desesperaba, pero una fuerza interna lo hizo aferrarse a Dios, tanto que la catedral de Buenos Aires se convirtió en su segunda casa. René hizo una promesa, le pedía con mucha fe a Dios que le concediera la voluntad de tener de nuevo cerca a su esposa e hija. “Puse mi vida en manos de Dios y él no me fallo”, dijo.

   Buscó y buscó, su esposa desde Venezuela también lo ayudaba, incluso vio que estaban necesitando personal en un restaurante y le paso los datos, se presentó y enseguida lo contrataron como bachero, es decir, ayudante o asistente de cocina, lavó platos, preparaba y le dejaba todo listo al chef, hasta le tocaba preparar sándwich. Sentía que lo explotaban laboralmente, pero eso no lo detenía, aguantó, y la sorpresa la recibió más tarde cuando el señor Juan, de nacionalidad armenia, dueño de ese restaurante le dio el dinero que necesitaba para mudarse, además sus dos compañeros en el lugar (un argentino y un peruano) fueron sus fiadores para poder alquilar el lugar donde recibiría a su familia. Luego de la espera, cinco meses, ese momento llegó y sin duda fue uno de los más emotivos en la vida de René, ver llegar a su hija y esposa, recibir de nuevo el abrazo de ellas fue lo máximo, fue el acto que los llevo a cumplir esa promesa en la catedral y que los reúne en ese espacio casi todos los domingos.

 “Cada persona que he conocido no ha sido por casualidad, todos han tenido su razón de encuentro”, señalo René cuando mencionó a los propietarios de “Blanco, Iluminación y Sonido”, unos argentinos que hacen trabajos en eventos, esto coincidió con el emprendimiento que René junto a su esposa, la destacada periodista Jacmibel Rosas, ofrecen en @produccionessh los servicios de fotografía, videografía, producción de eventos, community manager. Además, René lleva por dentro la pasión de ser reportero gráfico, en Venezuela ejerció por muchos años esta aventura acompañando a los periodistas de destacados medios de comunicación en la ciudad de Valencia, estado Carabobo. @fotografíasrm es su marca en Instagram y se siente orgulloso de cada trabajo que hace en esta área fuera de su país.
                                          
Sesión fotográfica prenatal
René Arteaga trabajando la fotografía

   “Emigrar es difícil, debes pasarte el suiche y adaptarte a normas que no estas acostumbrado”, dijo René quién le tenía miedo a la majestuosa ciudad que le abrió las puertas, que, hasta montarse en un colectivo, (como le llaman a los autobuses) para él era una travesía. René también hizo Uber, lo que le permitió conocer más rincones y prepararlo al ritmo argentino. Luego le dieron la oportunidad de trabajar en un concesionario vendiendo vehículos, afirma que fue toda una experiencia que le dio mucho en seis meses, tanto que sirvió de trampolín para luego trabajar en una empresa en la que tiene a su cargo 20 obreros y actualmente se desempeña con éxito, porque el dueño de esa compañía al conocerlo, recibir su atención y ver que era venezolano, no dudo en ofrecerle trabajo en su empresa.

   Aunque nunca imagino pasar por tantas cosas desde su llegada a Argentina, hoy por hoy esta agradecido, de haber escogido a ese país como refugio, país que ha tenido bajas económicas, pero en el que aún se puede vivir. René desea regresar a Venezuela, él anhela volver a su cuna. Extraña a su familia y aunque su mamá y papá murieron, tiene a sus suegros, dice que han sido para él un apoyo importante, como sus segundos padres y que en ocasiones cuando su hija le pide que la lleve a ver a sus abuelos, es muy fuerte, allí vienen las lágrimas, hay que contenerlas y explicarle a una niña de casi tres añitos que sus abuelos están lejos.

   René es un venezolano noble, honesto, empredendor, de buen corazón, buen padre, esposo, ejemplo de cuando se quieren hacer las cosas se logran con constancia y dedicación, por eso desde "Migrantes en Vuelo", le damos las gracias por permitirnos contar su historia, por lo difícil que representa recordar lo vivido, cada momento que jamás será olvidado, gracias, porque eres fuente de inspiración para muchas personas que les ha costado salir adelante y por más días difíciles que tengan deben entender #TuSiPuedes
   Hasta la próxima historia.
Se despide,

Adriana Henríquez
@migrantesenvuelo

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