¡PRONTO SERÁS LIBRE!



   Tenía tiempo que no escribía por esta vía, a veces la rutina diaria en este país no te lo permite, tanto trabajar que cuando tienes un rato libre prefieres aprovecharlo de otra manera. La verdad ya había empezado a redactar otra cosa distinta, pero me detuve y le di sin parar a la tecla para borrar todo, quizás en otra ocasión lo publique puesto que servirá para quienes me han preguntado acerca de mi experiencia en este país, por cierto, ya casi cumplo un año fuera de Venezuela.

   Resulta que estas líneas no pueden ser sobre otra cosa, cada pensamiento, cada punto y coma, están relacionados a lo que ocurre en este momento en el país donde nací, donde me desarrollé, donde recibí una educación privilegiada, un país del que me despedí con profunda tristeza, pero al que deseo ver nuevamente de cerca y en libertad.

   A veces me digo a misma ¡Deja de ver las redes sociales! ¡Deja de ver las noticias! por un tema de salud y cuestión de estrés. Pero no puedo, porque siento la necesidad de estar informada, de saber cómo está mi gente y de no callar ante la terrible batalla que juega el pueblo venezolano en contra de un gobierno dictador. Un gobierno lleno de delincuentes, porque aquel que permite la violencia que nada resuelve, no puede ser visto de buena manera, sencillamente evidencian miedo y poca fe en sus actos.

  Ver tantas imágenes, vídeos de la represión tan brutal que hacen efectivos de los diferentes cuerpos de seguridad del Estado a personas, sin importar sus edades, sin importarles nada, es desgarrador. Es duro enterarte de la cantidad de inocentes asesinados, que salieron de sus hogares para elevar su voz, para exigir se respeten sus derechos, una mejor calidad de vida, entre otras cosas, y que finalmente no regresen a su casa porque una bala les llegó, una bomba lacrimógena les impactó, o un fuerte golpe en el pecho los mató, como es el caso del joven Juan Pablo Pernalete Llovera, de 20 años de edad, muerto luego de recibir un brutal ataque por parte de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana, con una bomba lacrimógena que arrojaron frente a su pecho, a menos de un metro de distancia.

Foto: AP

   No es justo, nada de lo que ocurre hoy en Venezuela es justo. Esas imágenes, eso que te cuentan los colegas que valientemente cubren las concentraciones y que también se han calado el gas lacrimógeno, los golpes, represiones, el hostigamiento y la intolerancia de aquellos que no ven más allá de lo que pueden entender, no es justo señores.  No puedo pedirles otra cosa, sino que mantengan la fe, que vivan esperanzados porque esta tormenta pasará. Sería muy irresponsable de mi parte decir que deben estar y permanecer en las calles, ¿Para qué? para ser la carne de cañón de esos delincuentes, pues no. ¡La Venezuela libre los necesita a todos!

   A diario me encuentro con personas que me preguntan si todas las noticias que pasan en los medios de Estados Unidos sobre Venezuela son ciertas, y les digo que sí, tan cierto que estoy aquí por no poder vivir más bajo un sistema que nos empobreció, que todo lo que toca el gobierno socialista lo destruye, que bajo promesas incumplidas no pudo con el hampa y ahora el país se cae a pedazos con tanta delincuencia desatada, y ni hablar del tema económico, la escasez de alimentos, medicinas y lo que es peor que por tan sólo pensar distinto eres reprimido, vejado, humillado, sin recibir beneficios; aquellos que te corresponden por ley.

  También en mi país, como en toda dictadura, existe la censura a la información, medios que están atados de manos y no pueden transmitir la realidad, deben darle color a una noticia que solo tiene un matiz. El pasado 05 de abril de 2017, cuando inició la oleada de protestas, quienes vivimos en el exterior estábamos más enterados de lo que ocurría que muchos de los que viven allá, pues sí, mi madre es una, que por no tener teléfono de última tecnología, no podía ver las redes sociales, las cuales están cumpliendo un papel fundamental en estos tiempos ¡Y como mi madre muchos! que ni siquiera tienen acceso a Internet y difícilmente pueden enterarse a algo distinto que la cadena que ofrece casi a diario Nicolás Maduro, donde obliga a todos los medios de comunicación a transmitir su mensaje y a los venezolanos a escucharlo, quieran o no. Muchos, antes de escuchar a ese país de irrealidad que se empeña en dibujar cada vez que abre la boca, prefieren apagar sus televisores.

   ¡Que el mundo entero sepa que en Venezuela hay dictadura y que hay una mayoría que desea que las cosas cambien, Venezuela necesita ayuda humanitaria, paz y reconciliación, Venezuela necesita de todos!

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