Soy Tía

    Siempre soñé con ser tía, de hecho, muchas veces pensaba lo que haría para consentir, aconsejar y hasta regañar a mis sobrinos cuando hiciera falta. Desee tantas veces que ese milagro se hiciera y llegara la alegría a casa, que finalmente llegó. Hace algunos meses recibí esa noticia que tanto esperaba, esas palabras mágicas que no olvidaré y que de inmediato me hicieron repetir una y otra vez ¡SOY TÍA!, la verdad no me lo creía y la emoción es tanta que provoca gritarlo para que se entere todo el mundo. Ver esa carita, esos cachetes, su sonrisa, cada expresión me enloquece. 

    Lo que nunca imaginé era estar tan lejos de mi sobrino, eso no pasó jamás por mi mente, que estaríamos a miles de kilómetros y que para poder abrazarlo deba esperar quien sabe cuánto, eso no lo pensé. Los planes cambiaron y aquí estoy tan lejos disfrutándolo a través de videos, fotos y escuchando por notas de voz su balbuceo. Gracias a la tecnología puedo al menos seguir de cerca cada momento inolvidable de su niñez.

   A veces me pregunto por qué debió suceder así, yo aquí y él allá, pero las respuestas y razones de mi salida del país sobran. Esto es lo cruel de emigrar, dejar a la familia. Quienes me conocen saben que soy una persona muy familiar, nací en un núcleo sólido, con una figura de padre y madre ejemplar, hermanos de los que aprendí mucho ¡y vaya que siguen enseñándome!, tías, tíos, abuelas, abuelos, primas, primos, a todos los tengo siempre presente. 

  Cuando estás lejos de tu gente, aprendes a valorar aquellos días juntos, esas reuniones donde sobraban los motivos para siempre celebrar algo, es en estos momentos donde agradezco cada día vivido junto a ellos. Sé que volveremos a encontrarnos para abrazarlos y contarles mi experiencia de esta nueva historia que empecé a escribir el día que llegué a este país. 

    Muchos me preguntan mi experiencia para quizás tomar la decisión correcta y así huir de mi amada Venezuela, pero insisto de mí solo podrán leer mis escritos, donde trato de plasmar mi experiencia, cada quien que tome su decisión y sabrá que hacer. Recomendaciones les puedo dar las que quieran, como lo escrito a continuación. 

  Debes canalizar la “extrañadera eterna”, así la califico. Tampoco puedes estar sumergido en una lloradera constante eso te enferma, es allí cuando toca pensar positivo, pensar que pronto podrás ver a tus seres queridos, llámalos, haz Skype, diles cuantos los amas y así los días serán distintos. Bueno, mi Skype con mi sobrino será un poco complicado, pero lo haré, ese pequeño debe saber que en un lugar de los Estados Unidos tiene una tía que lo ama, que tuvo que dejarlo todo para poder tener la vida que se merece y para incluso darle un primito con el favor de Dios.

  En esta extrañadera eterna, también se recuerdan las amistades, esas que uno cuenta con los dedos y sobran, son pocas, pero grandes amistades. Así como lo dije en una de las narraciones pasadas, sabía que tendría que empezar de cero, pero no es sino cuando lo enfrentas cuando caes en cuenta de las cosas. Los verdaderos amigos también son familia, por eso siento tanto alejarme de todos. Hacer nuevas amistades es todo un proceso, pero poco a poco y en diferentes locaciones vas conociendo a alguien. Tocará hacer un filtro para ver con quien creas mayor empatía, quienes son sinceros, honestos, amables, seguramente latinos, basta con ver a una persona y descifras de donde es. Al menos aquí en Orlando hay muchos venezolanos y la mayoría está consciente de la ayuda mutua, aunque otros se la quieren pasar de listos. 

   Inicie estos párrafos contándoles que SOY TÍA, y les digo que cuando lo entendí no solo quise salir corriendo a comprarle muchas cosas para enviarle, sino que también llegó la preocupación. Mi sobrino crece en un país que no se parece en nada al que desee en mis sueños, ¿Qué futuro puede tener él y todos los niños nacidos bajo un gobierno que no entiende que fracasó en todos los aspectos? Un gobierno que ni siquiera puede garantizar el derecho a la alimentación, hay más de un niño en estado de desnutrición, en muchos hogares no tienen que comer, pequeños que han dejado de ir a la escuela por no tener ni para la merienda. ¡Qué triste!  

   No soy madre aún, pero SOY TÍA y quiero para mi sobrino un país distinto a la pesadilla que vive Venezuela. Cuántos niños se encuentran recluidos en hospitales en situación delicada por no tener medicinas, los miles de servicios públicos en las redes sociales lo evidencian. Puedo seguir relatando el desastre que hizo la revolución en mi país y si a alguien no le agrada que hable así del gobierno pues que no lea esto. Una vez leí unas palabras del escritor Paulo Coelho en las que recomendaba que hay que decir lo que a uno le preocupa, no lo que los demás deseen escuchar, eso es exactamente lo que hago. 

 Tengo fe que los niños de mi país verán una Venezuela libre, distinta, donde las madres no tengan que inventar hacer pañales con centros de cama o retroceder a unos de tela, donde las restricciones para su esparcimiento se terminen. Ellos volverán a ver sus fórmulas lácteas, las miles que existen en todos los anaqueles. Tengo fe que los niños de mi país no escucharán más discusiones familiares por problemas económicos y gozarán de centros de salud abastecidos, de una educación libre sin ideologías donde prevalezcan los valores y la buena formación.

  Esta historia de mi sobrino es más profunda de lo que ustedes creen, está llena de bendiciones, lecciones, sorpresas, de hecho, hay tantos detalles que quizás me autoricen algún día para contarles, por ahora solo sé que SOY TÍA.

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